GET BACK SIEMPRE, PAUL

 

El Beatle volvió a Argentina con su tour con dos fechas en Buenos Aires, en el Estadio Más Monumental de River Plate, y cerró con una tercera en Córdoba, en el Mario Alberto Kempes, este miércoles 23 de octubre. Esta es una crónica de una beatlemaniaca para otros beatlemaniacos.

 
Fotografía de La Guía del Ocio Córdoba

Un pronóstico nublado y lluvioso es la peor noticia que puede recibir una persona dependiente de recitales. Así me recibió Córdoba, con gotas que caían y plegarias que rezaba a todas las religiones para poder entrar al Kempes. Pero un cartel que decía “Welcome back to Córdoba, Paul!” me hizo sentir que, sea como sea, ese show iba a suceder. 

 

Todo fue puntual, como si las agujas del reloj determinaran exactamente en qué momento tenía que suceder cada cosa: a las 19:30 empezó la telonera, Zoe Gotusso, cordobesa y también desde chica fanática de los Beatles. Ella, con su voz y su guitarra hizo magia y fue más que suficiente. Media hora después de escuchar sus canciones tan suaves, comenzó el segundo telonero: el DJ Chris Holmes. El artista mezclaba canciones de todos los álbumes de los Beatles, lo cual ayudó a bajar la ansiedad de la gente, tocando hasta los 30 minutos previos del inicio del show. 

 

Ahora si. Ya eran las 21. 

 

Quien diría que un señor de 82 años mueve a más personas que cualquier líder político mundial. Quién más puede llenar estadios en todo el mundo, solo para ver a una persona. Ese señor (que de hecho, es Sir) es Paul McCartney. 


Mucho se sabe de él y su trayectoria con The Beatles desde 1961 hasta 1970; su lanzamiento con su banda Wings un año después y toda su carrera solista que continúa a día de hoy, activamente. Un repertorio musical más amplio y conocido que cualquier otra banda o cantante en el mundo (reivindico a John: la verdad que, objetivamente, fueron, son y serán siempre más grandes que Jesús). Todo ese recorrido estuvo plasmado en un show de casi tres horas donde Paul y sus 7 músicos arriba del escenario, se mantuvieron impolutos hasta el final (cuando sos capo, sos capo).

 

Aunque la noche estaba inestable y llovía cada tanto, 36 canciones acompañaron el momento. Cada una era el soundtrack de la vida de cada persona que estaba ahí, de tantas edades que no podría hacerse un promedio. Claro que cantó los indiscutibles como Drive My Car, Maybe I’m Amazed, Blackbird, Something, Let it Be, Hey Jude (podría nombrarlas todas), pero también apeló a la memoria al cantar la primera canción que esos cuatro chicos de Liverpool grabaron, In Spite of All the Danger, y la última canción lanzada por los Beatles, Now and Then, un momento por demás emotivo.


Fanáticos disfrazados, con remeras temáticas, probablemente con su ropa más especial; cantaban cada canción, lloraban (claro que lloré, y muchas más gotas de lo que llovió), y hasta reían con los intentos de Paul para hablar en argento-cordobés al nombrar al cuarteto, al fernet y decir “¿Dónde están los culiao’?”, “Buenardo”, “Los vagos” y “Las chichises”.

 

Podría estar hablando horas y horas de los Beatles, de cada uno, y, obviamente, de mi favorito, Paul. Pero tengo que confesar algo: esta vez, como redactora, estoy sin palabras. No sé qué escribir sobre mis sensaciones. No sé si todavía no procesé todo lo que sucedió, si me quedé muda de voz y pensamientos de tanto cantar, o si tengo alteraciones del estado mental, taquicardia, hipotensión (básicamente, el estado de shock). Tal vez todo eso junto. Por eso, prefiero que, para terminar, la canción Magic de este alumbrador de generaciones, hable por mi:

Oh what made us do it?

Under what holy spell?

Nature`s mother knew it

Only too well

She reached out her fingers

To point at the sky

Leaving me helpless

Not knowing why

And this is the hour

That they turn out the light

Nothing but memories

Burning so bright

(…)

There must have been magic

The night that we met

If I hadn’t stopped you

I`d always regret

There must have been magic

There must have been magic

There must have been magic

The night that we met