La interna del PJ es importante, incluso para quienes no somos peronistas, pues es objetivamente el partido más importante del país, le pese a quien le pese. Quienes me conocen saben que me forje en una familia peronista, de chico cantaba la marcha y escuchaba a mi viejo y sus compañeros del PJ debatir sobre la ruptura del partido tras la separación de Duhalde con Kirchner, que no fue la primera debido que Kirchner llegó al poder luego de no una, sino dos facciones del partido enfrentadas a Carlos Menem. En este sentido, se puede decir que dicho partido no logró unirse nunca más e incluso en 2017 fue Cristina Kirchner quien, sin el apoyo directo del partido, lanzó Unidad Ciudadana como plataforma para las legislativas – desde mi opinión la mejor plataforma que creó la ex presidenta.
Si voy a lo personal, empecé una de las tantas orgas de la Juventud Peronista, porque era lo más radicalizado que había en mi pueblito. Al ingresar a la facultad fui desarrollando ideas más vinculadas al Marxismo-Leninismo que me llevaron a militar casi ocho años en La Federación Juvenil Comunista. Siempre, pero absolutamente siempre milité acompañando al PJ “kirchnerista” en sus respectivos frentes hasta el 2021, cuando la crisis del Frente de Todos fue tan grande tras el acuerdo con el FMI, que dije “hasta acá llegamos”, y llegado a esa fecha, ya había muchos compañeros que habían roto con el “kirchnerismo”. Desde el Movimiento Evita en 2016 hasta Principios y Valores en 2022, el PJ no dejó de sufrir fracciones, y con ello arrastró a muchos partidos dentro de sus frentes.
Durante el último gobierno del peronismo, Alberto Fernandez fue electo presidente en una lista única, donde ya hubo denuncias de candidaturas bajadas a la fuerza. Así, llegamos a las elecciones de 2023, dónde quedó tan debilitado el PJ que definió llevar a un ex militante de su partido, líder del centroderechista Frente Renovador como presidente, Sergio Massa. Ante esta lectura de que era necesario combatir a la derecha con candidatos moderados aparece un nuevo líder emergente, Juan Grabois, y un nuevo movimiento Argentina Humana. Grabois encabezó la primera interna de un espacio peronista desde 1989, y aunque no pudo ganarle demostró que el peronismo no sólo está en crisis, si no que está mutando hacia algo mayor y por fuera del PJ.
En este sentido aparece Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires a pedir unidad, asegurando que no toma partido por ninguna de las dos facciones en disputa. Está claro que Axel conduce al peronismo, por ello aparece otra interna, La Campora contra el gobernador bonaerense. “Si querés otra canción, vení te presto la mía” cantaban los muchachos de La Campora en el acto de Maximo Kirchner hace unas semanas, en una clara chicana contra el pedido del gobernador de “nuevas canciones”, que para los que más nos gusta la rosca se puede traducir en renovar el peronismo.
Pero, seamos objetivos, la ex presidenta está acostumbrada al apoyo masivo, a que nadie cuestione su figura. Tanto cuando militaba el peronismo como cuando pase al Partido Comunista teníamos casi que prohibido criticar a “La Jefa”, y no lo digo como algo negativo ni positivo, si no como un fenómeno que existió durante más de una década. A esto sumemos que, Cristina Kirchner está acostumbrada a cambiar de opinión según el momento histórico, esto la ha convertido en la – opinión personal – mejor dirigente de los últimos años, pero fue ella quien dijo en Avellaneda, en diciembre de 2022: “Cada compañero, cada dirigente, cada militante tiene su bastón de mariscal en la mochila. Sáquelo. Y no le pidan permiso a nadie para sacarlo”. Esas palabras hoy le están jugando en contra, puesto a que ella misma está bloqueando la renovación de cuadros de la que tanto hablaron antes de la llegada de Milei al poder.
Hoy Quintela desafía a Cristina Kirchner, y la ex presidenta no encuentra el apoyo masivo que supo encontrar cada vez que un dirigente peronista se animó a desafiarla. Peor aún, siendo Cristina la síntesis del giro a la izquierda del peronismo, junto a su marido, Nestor Kirchner, durante más de una década, hoy hace mucho ruido que en la lista que presentó para las elecciones partidaria están personas como la diputada Leila Chaher, elegida por CFK para encabezar el partido, y que terminó firmando un acuerdo con Rivarola, el socio de Morales. Otra figura que hacen ruido es sin dudas el polémico senador José Mayans, uno de los senadores que, aliándose al peronista conservador Miguel Ángel Pichetto, rompieron el bloque de UxP para darle los votos necesarios a Macri en esas votaciones y actualmente se sube a la movida de tirarle flores a la vicepresidenta ultraderechista, Victoria Villarruel. Por su parte, Quintela busca a Pichetto, Randazzo y otros ex miembros del PJ liberal, por lo que tampoco parece ser una candidatura que represente las bases históricas del movimiento peronista.
Hay quienes dicen que el peronismo no es un partido, es un Movimiento, y como tal es independiente del Partido Justicialista. En este sentido, partidos como Patria Grande hoy logran sintetizar las demandas históricas del movimiento peronista, acompañada de las “nuevas canciones” que pide Axel Kicillof, es decir, suma a su espacio la demanda de los nuevos movimientos, lease el feminismo, el ecologismo, el movimiento LGBT+, el internacionalismo, entre otros, y lo trata de sintetizar en una consigna que proviene del cristianismo pero que ha representado tanto al propio Juan Domingo Perón como a la izquierda popular: el humanismo. Lo acompaña en esa línea el Papa Francisco y el Encuentro de Movimientos Populares que este patrocinó junto a Evo Morales en 2015, y que tiene una consigna organizadora: Tierra, Techo y Trabajo.
La síntesis del peronismo es el subsuelo de la patria sublevada, es el movimiento obrero organizado por su liberación y la liberación de la patria frente al imperialismo y sus agentes nacionales e internacionales. El Partido Laborista fue el primer partido peronista, que luego se unificó con otros partidos en el Partido Único de la Revolución Nacional, más tarde llamado Partido Peronista y luego Partido Justicialista. Si vemos la historia de dicho partido, podemos observar algo similar al PRI mexicano, y quizás como los mexicanos, tengamos que entender que este partido hoy no es más que un instrumento electoral e institucional, y que el movimiento es, y siempre lo fue, superador a la conducción del PJ.
Quizás estamos ante la peor crisis del partido más importante del país, pero quizás estemos también ante la emergencia de un movimiento nuevo en Argentina. La crisis de representatividad es un motivo como para que todos los que tengan la capacidad de hacerlo, aprovechen y levanten la voz, tomen el bastón de mariscal y disputen hegemonía política, en términos gramscianos. Ricardo Quintela y Cristina Kirchner son las figuras centrales de esta interna, pero por abajo aparecen nuevos liderazgos, Axel Kicillof y Juan Grabois representan otra generación, una generación que, aunque genere ruido, realmente quiere “nuevas canciones”.