El sabor del asesinato

El veganismo es un movimiento que pasen los años que pasen y se realicen los estudios que se realicen, es cuestionado y visto bajo la lupa de un extremismo. Como dicen, “mejor no hablar de ciertas cosas”, hoy necesito contar y te propongo leer sobre este tema que nos debería interpelar como especie.

Diseño: Brian Panizza

-ismo: suf. Forma de sustantivos que suelen significar ‘doctrina’, ‘sistema’, ‘escuela’ o ‘movimiento’. 

 

Nadie quiere caer en los -ismos. Por radicalización, considerarlos extremos con connotación negativa, o tal vez por la falta de carácter que uno mismo puede tener para decir: “No, a mí en estos grupos no me metan”. 

Con toda esta carga desfavorable, hoy me propongo a hablarte y defender a uno de esos -ismos. Tal vez, el más juzgado.

 

¿Qué comemos hoy?

 

En un almuerzo familiar, el padre, tras cocinar, lleva la carne recién salida del horno a la mesa:

 

– No se peleen, que alcanza para todos.

– Yo quiero las patas – dijo el hermano mayor, quedándose con una de las partes favoritas.

– Yo me quedo con la pechuga – dijo el menor, que le daba asco tener contacto directo con los huesos.

 

Tras la división, los padres se quedaron con el resto: el muslo, el pecho, las piernas. 

 

Así, como un domingo cualquiera, habían disfrutado de una comida espectacular, “jugosa”, y rica. Todos satisfechos, la familia de pollos estaban contentos por comer su plato favorito: un humano.

 

¡QuÉ hermosa criatura!, ¿se come? 

 

Hay una expresión que el movimiento vegano tiene como bandera: la empatía. Cuando decimos qué significa ser una persona empática en el mundo del “hombre”, entendemos que se refiere a alguien muy considerado con el resto, preocupado con el bienestar de los demás tanto como el propio, porque son personas, porque como uno, sienten. Pero esta cualidad, queda la mayoría de veces relegada a nuestra especie.

 

Y la verdad, es que no es ninguna sorpresa decir que los animales también sienten. ¿No te da pena dejar a tu perro solo, que sabes que se siente triste cuando te vas; o no te da ternura cuando se acerca el gato a pedirte cariño, sabiendo que a tu cuidado está bien? 

Qué curiosa manera de vivir. Apreciar a ciertas especies, tratarlos de nuestros “hijos”, llevarlos al “médico” para que tengan las vacunas al día, disfrutar en extremo su vida y llorar fuerte su muerte. Jamás comerías a tu perro, a tu gato, o cualquier mascota “doméstica” que aprecies. Pero, ¿y el resto? 

 

Aunque probablemente hoy hay mucha más concientización, no hemos llegado para decir “son iguales, somos iguales”. Mirar a los ojos a una vaca, acariciar un caballo, ver como las gallinas ponen y cuidan de sus huevos, ¿nunca te hizo ruido para después comerla? 

 

Veganismo no es una mala palabra

 

Con la sobreinformación en redes sociales, probablemente has escuchado mil cosas sobre la alimentación: proteínas, la grasa, los minerales, las vitaminas, qué tema es ese… (Oye, ¡te hacen falta vitaminas!

 

Desde hace seis años que vengo escuchando comentarios, y te aseguro que si sos una persona que decidió ir por este camino, te habrán dicho  algo de esto: ¡Te falta carne, por eso estás así de flaca!, ¿De dónde sacas entonces toda la proteína que te da el animal?, ¿Y si no comemos animales y los dejamos libres, que hacemos con la sobrepoblación?, ¿Y qué comes, lechuga todo el día?, ¡No sabés de lo que te perdés, nada más rico qué el asado! ¿Sabés lo importante de la vitamina B12, sabes lo qué es? ¿Y pescado tampoco comés? (No, señora, no comemos pescado). Si te tocó estar de este lado y preferiste hacer silencio, haceles acordar cómo inició el Covid-19.

 

Todo gira alrededor de la desgracia, de la falta de algo, de lo malo, de la desnutrición y de la muerte. La verdad no soy ninguna nutricionista ni médica (aunque como cualquier comunicador, me tomo el tupé de hablar por ellos), pero hay tantos estudios comprobados y gente que lleva adelante este estilo de vida desde antes de que naciéramos que te aseguro, con mi  título de no médica, que las alimentaciones basadas en plantas son aptas y posibles, y no necesitamos ni de la carne, ni de la leche, ni de la grasa de ningún animal. 

 

La Unión Vegetariana Española publica continuamente reseñas de estudios científicos qué “contemplan, entre otras cosas, investigaciones nutricionales, clínicas o poblacionales sobre las ventajas de la alimentación basada en vegetales, en contraposición con los alimentos de origen animal”. Así, podes enterarte de cosas como que llevar una vida vegana podría aumentar la esperanza de vida, que es una de las mejores opciones (si de dietas hablamos) para los deportistas, que mejora la salud cardíaca y de los huesos, reducen el riesgo de diabetes, y que nunca pero nunca tuvimos como humano tomar leche de otras especies para crecer, como tantas publicidades nos han marcado. Como así también, muestra la contraparte de comer carne, que mejor no asustarte, pero lo podes ver acá o en cualquier otra página de tu confianza (claro, que no sea la empresa de frigoríficos que dan mensajes erróneos para vender).

 

Así que no, no nos vamos a enfermar, al contrario, hasta podemos vivir más. Y no, no es una vergüenza ni una mala palabra, es una clara decisión radical que sucede cuando por algo que te contaron, viste, o incluso leíste (mi bienvenida si ésta  es la primera vez que te acercas a la temática), pones el pecho por las ganas de vivir un mundo donde los demás animales no sean ni tu comida, ni tu ropa, ni tu manera de entretenerte ni la forma de experimentar en empresas.

 

Somos la especie en peligro de extinguirlo todo

 

Con esta gran frase que popularizó Voicot, una organización argentina que lucha por la liberación de los animales y de la tierra, no creo que haya persona que no se pare a pensarlo dos veces.

 

“¿En qué momento de la línea del tiempo nos separaron? ¿Hace cuánto que existe un ustedes y un nosotros? ¿De quién fue la mala idea y quiénes fueron los que la aceptaron? Yo en cambio, no veo diferencias. Veo manos que se agarran, veo unidad, veo a un compañero, veo confianza, veo vida, identidad, veo a dos personas, veo una relación de amistad, un vínculo, veo a un igual. Yo veo amor”. Somos lo mismo, Voicot.

 

 

La organización también tiene sus investigaciones interesantísimas que te invito a leer si hasta este punto no te abrumaste. Pero continuando, hasta ahora te conté sobre el veganismo en relación a los animales. Considero que cada persona entra por algo distinto a este mundo: la sensibilidad por las especies, la salud, el medioambiente. Pero si no te moviliza ver en tu plato de comida un animal muerto (tranqui, no te culpo, es la vida naturalizada, en este caso yo soy la “rara”), hay datos sobre la vida en la tierra que podrían alarmarte más. El mundo se nos acaba, y la industria ganadera no ayuda en nada.

 

 

Escuchamos todos los días sobre el cambio climático, ese fenómeno que está allá arriba no sé dónde, pero lo único que hace es jodernos con subir y subir la temperatura. Bueno, lamento informarte que está llegando más rápido y va a impactar en todo el ecosistema animal, vegetal y, claro, ser antropocéntrico, el bienestar y la salud de miles de millones de personas. No quiero aburrirte con datos duros, pero me parece importante citar lo recapitulado por la página Gen-V, donde cuentan que en 2018, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) lanzó un reporte indicando que se necesitan cambios urgentes y sin precedentes para evitar una catástrofe global. 

 

 

Un año después, el IPCC llamó al mundo a frenar su apetito por la carne por su serio impacto en el clima. En 2021, un estudio de la Universidad de Illinois demostró que la producción de alimentos es responsable de un tercio de todos los gases de calentamiento global emitidos por la actividad humana. La utilización de animales para la producción de carne tiene, además, el doble de impacto que los alimentos a base de plantas. 

 

 

¿Viste esas universidades tan renombradas que le damos toda la validez del mundo (con todo respeto), como Harvard, la Universidad de Oxford, o incluso las Naciones Unidas? Bueno, todas concluyen en lo mismo: la industria ganadera es una de las tantas que conduce al colapso climático a causa del efecto invernadero, y necesitamos un cambio global masivo hacia formas de vida a base de plantas. ¡Bienvenido al mundo real! ¡El cambio climático es por nosotros!

 

“Yo era vegetarianx, pero…” 

Desde mi experiencia, tengo personas de mi círculo cercano que dejaron de ser veganas/vegetarianas en este último tiempo. Yo lo notaba como un evento raro, pero no sabía que se trataba de algo más allá de lo particular. Según un estudio de Faunalytics que tradujo Voicot, son varias las razones:

 

– Postura ética: Principalmente, esta es una de las cuestiones más importantes, por lo que si no están bien hechos los cimientos, la casa se derrumba. Es mucho más probable que alguien que se sentó a reflexionar por las razones, perdure toda la vida frente a aquel que simplemente “intentó”.

 

– Acceso: Hay una realidad que no podemos negar, menos en nuestro país donde los productos animales están subsidiados, por lo tanto, son más baratos (además de que la mejor carne es argentina -nótese el sarcasmo-) y en nuestra parte del continente, donde el mantener un valor de vida, al menos, estable, es un privilegio. Los alimentos que hoy en día vemos en el supermercado con el logo de una plantita (haciendo referencia a productos sin contenido animal) no solo son pocos, sino que, la mayoría de veces, costosos. 

 

– El entorno social: “Si no puedes contra ellos, úneteles“, dice la frase. En un contexto donde los chistes y las burlas violentas, la poca disposición de los demás en la aceptación y cuestionamientos, lleva también a sentir una desmotivación. Esto me parece clave. Si te sirve de algo, toma tus decisiones como parte de tu identidad: ¿Si se burlan de tu nombre, dejarías de tenerlo? Lamentablemente no. Cómo dice Charly, bancate ese defecto (con todo respeto, en este caso de los demás), y encontrá lugares donde se haga valer tu visión de la vida.

 

– Gusto/Tiempo: Otros factores super determinantes. Creo que es la razón que más escucho: “¡Ay, pero cómo me gusta la carne, el pescado, no podría vivir sin el queso, sin el café con leche!”. Llegando al año 2025, te aseguro que hoy en día hay muchísimas opciones idénticas que reemplazan a los alimentos provenientes de la crueldad  (ya entramos en confianza, esto es una nota fuerte), no solo por el gusto, sino por sus valores nutricionales. Por otro lado, la mayoría de las personas crecimos en un entorno familiar no veggie, por lo que decidir tomar un camino en donde tengas que construir habilidades y tomarte el tiempo de cocinarte probablemente solo (no como perro malo, los perros son buenos), implica un esfuerzo que puede resultar incómodo por el tiempo y trabajo.

 

La carne es muerte

 

Podría escribir mucho más, pero mejor dejemoslo hasta acá con un disclaimer: con esto no pretendo ponerte del lado del mal, y postular a las personas que no comen carne como superiores. Es más, siendo veganos, vegetarianos, o el nombre que quieras, todos seguimos siendo víctimas. 


Cada persona es consciente de sus decisiones y está en constante cambio. Las formas de relacionarnos con el mundo y los animales cambia cuando leemos o vemos cosas que nos dejan pensando. Como se establece en Voicot, en un principio, no nos diferenciábamos de los demás animales, todos caminábamos la misma tierra a pasos iguales. Hasta que llegó la agricultura, llegó la idea de superioridad, llegó la lucha por poder y la propiedad privada, llegó el hombre que inició al hombre que hoy somos; el que se olvidó en su paso hacia la civilización su profunda animalidad, el que olvidó que simplemente “todos somos animales”. Hoy en día, nuestra especie es responsable de la matanza más grande que ha existido a lo largo de la historia, la matanza de los demás animales. 


Por todo eso, es necesario abrir la mirada a algo distinto, no tener miedo al cambio ni a lo que piensen los demás (si me preguntas a mi, el futuro es vegano). Es necesario encontrar la mejor manera de que en este mundo que ya tan hostil lo hemos hecho, encontrar las formas de apartarlo de todo tipo de violencia, como la explotación de los demás animales. Y si nadie lo plantea, ¿quién habla por ellos?

Kitchen aromas aren’t very homely

It’s not comforting, cheery or kind

It’s sizzling blood and the unholy stench

Of murder

It’s not natural, normal or kind

No, no, no, it’s murder

Oh, and who hears when animals cry?


Meat is murder – The Smiths