Escrito sobre la represión en la marcha de jubilados del miércoles 12 de marzo.
Ayer mientras veía sentada las noticias y videos de la represión a la gente que fue al congreso en apoyo a los jubilados, sentía bronca no solo por lo injusto del país donde estamos viviendo, sino porque, justamente, estaba sentada.
Estaba sentada y no podía hacer nada más que ver cómo violentamente tiraban al piso a una mujer mayor. Estaba sentada escuchando como señores decían: “Que no nos peguen más, basta de pegarnos, que no nos peguen más. Podemos ser el abuelo de ellos, podemos ser el papá”. Y también: “prefiero morirme en una marcha y no en un hospital sin medicamentos”. Estaba sentada viendo como se viralizaba desesperadamente el disparo en la cabeza de una lata de gas hacia el periodista Pablo Grillo, quien está en un estado grave, solo por hacer su trabajo.
Estaba sentada y veía las imágenes de camionetas de la prefectura, las doble fila de policías, las armas, los gases que tiraban, la indiferencia que manejaban, y cómo los uniformados no paraban de crecer y crecer, de detener a personas (se contabilizaron 114), de reprimir y oprimir. ¿Cómo no sentir bronca al ver todo eso y estar sentada? Hasta escribir esto me parece insuficiente. Pero una frase de Walsh que se me vino a la cabeza me hizo frenar: “Escribir a pesar de todo pese a la desesperación. No: con la desesperación”.
Por mis 21 años, no viví los 90’ ni el 2001, pero eso no quita el entender lo que pasó, las semejanzas de las épocas, y cómo, si uno vota a gobiernos liberales, la historia se repite, siempre. Y acá está la razón de por qué sigo escribiendo, con la desesperación: estés donde estés, tenemos que entender qué está pasando con los jubilados, con las políticas de seguridad, y con la violencia de la calle.
Estando en el mes de marzo, la jubilación mínima es de $279.121,71. Sumado al bono de $70.000 (si, setenta mil pesos), son $349.121,71. Viendo los precios de los alimentos, los alquileres, los servicios, no hay que saber demasiado para entender la razón principal por la cuál los jubilados se reúnen cada miércoles. Para que sea más gráfico, según informó un relevamiento de la Defensoría de la Tercera Edad en septiembre de 2024, la canasta básica total para un jubilado en septiembre del 2024, necesitaban $912.584 para cubrir sus gastos. Entre esos gastos, también están los medicamentos. Los años no llegan solos como dicen, y si tenes a gente grande en tu entorno, sabes que la salud en los mayores es primordial. Así que además de la plata, los viejos también reclaman el acceso a los remedios, porque el gobierno nacional aplicó un recorte en la entrega de medicamentos. Razones para salir a la calle hay, y para apoyar a los jubilados, sobran.
La lucha colectiva se notó más fuerte que nunca. El acompañamiento y empatía de diversos sectores denota que hay cuerpo y coraje entre tanto quilombo. Y de todo esto saco varias conclusiones: hay que ser muy tibio para no enfurecerse, muy cómodo para no salir a la calle cada vez que se necesite y muy ignorante para seguir bancando a este gobierno.
Son los viejos los que ponen el pecho a la bala de eso que ya se veía venir, de eso qué como sociedad votamos. Pero llega un momento donde es tal el esfuerzo que no pueden más. Podes poner el lomo pero hasta el toro se cansa. Ahí tenemos que estar nosotros, codo a codo: los jóvenes, los estudiantes, los hinchas, los docentes, los gremios, las personas independientes que entienden esta injusticia.
Porque esto no es “orden” (palabra que tanto pregona nuestra Ministra de Seguridad), es represión. El protocolo anti-piquetes para las protestas sociales que incluye a las figuras de la Policía Federal y las Fuerzas de Seguridad Federales, no dejan a una sociedad tranquila, dejan a una sociedad con miedo.
El protocolo dice que “el accionar de las fuerzas (…) estará orientado a despejar las vías de comunicación o transporte, hasta dejar totalmente liberado el espacio destinado a la circulación, todo ello mediante el empleo de la mínima fuerza necesaria y suficiente, con especial atención y cuidado ante la presencia de niños, mujeres embarazadas o ancianos, y siempre con el empleo de armas no letales”.
Lo qué se vivió este 12 de marzo no fue orden, fue represión. El empleo de la mínima fuerza, la idea de una sociedad de paz, tiene palos y gas. Como empezó Norma Pla, como se organizan hoy en día cada miércoles, los jubilados van a estar para defender no solo su derecho a tener lo que les corresponde, sino que están yendo a pelear por su vida. Así, tomando su ejemplo de coraje, por cada política que pongan en jaque nuestra existencia, ahí tenemos que estar para defendernos. Está clarísimo que acá hay dos lados: los represores y los que nunca van a dejar reprimirse por este gobierno.